lunes, 1 de octubre de 2007

SUCOT



La Mitzvá Fácil

¿Cómo [cumple uno] la mitzvá de morar en la sucá? Uno debe comer, beber, y vivir en la sucá, tanto de día como de noche, tal como uno vive en la propia casa en los demás días del año: durante siete días, la persona debe hacer de su hogar su morada temporaria, y de su sucá su residencia permanente.

- Shulján Aruj, Oraj Jaím 639:1

Di-s dice... "Tengo una mitzvá fácil, y se llama sucá".

- Talmud, Avodá Zará 3a


"En sucot moraréis durante siete días", instruye la Torá, "...para que vuestras generaciones sepan que Yo hice morar a los Hijos de Israel en sucot cuando los saqué de la Tierra de Egipto"[1].
Nuestros Sabios, destacando el uso del verbo "morar" por parte de la Torá en los mencionados versículos, definen la mitzvá de sucá como un mandamiento por el que, en el curso de la duración de la festividad de Sucot (del 15 al 21 de Tishrei), la sucá debe convertirse en nuestro principal lugar de residencia. Todo lo que ordinariamente se hace en el hogar debe hacerse en la sucá[2].

De modo que cada año -en otoño en el hemisferio norte, donde se encuentra la Tierra de Israel, precisamente cuando el clima se vuelve desfavorable-, nos mudamos afuera. Por una semana entera, cambiamos nuestro hogar regular por uno que nos deja a merced de los elementos, demostrando nuestra confianza en la providencia de Di-s y Su protección, tal como lo hicieron nuestros ancestros cuando "Me siguieron en el desierto, en una tierra árida"[3].

Morar en la sucá durante siete días es una experiencia hermosa e inspiradora; sin embargo, a duras penas uno la describiría como "fácil". Con todo, ¡ésta es la mitzvá singularizada por el Talmud como la "mitzvá fácil" de Di-s!

Conexión Comandante

"Mitzvá", la palabra que la Torá emplea para los preceptos Divinos que orientan y rigen nuestras vidas, tiene un significado dual: la palabra significa tanto "mandamiento" como "conexión". Al ordenarnos las mitzvot, Di-s creó los medios a través de los cuales nosotros podemos establecer una conexión con El. La mano que distribuye caridad, la mente que pondera acerca de la sabiduría de la Torá, el corazón que se remonta a lo alto en plegaria, incluso el estómago que digiere la matzá consumida en la primera noche de Pesaj, todos se vuelven instrumentos de la voluntad Divina. Hay mitzvot para cada extremidad, órgano y facultad del hombre, y mitzvot que gobiernan cada área de la vida, de manera que ninguna parte de nosotros queda sin involucrarse en nuestra relación con el Creador.

En ello radica la originalidad de la mitzvá de sucá. Mientras otras mitzvot encaran, cada una, un determinado aspecto de nuestra persona, la mitzvá de sucá provee un medio por el cual la totalidad del hombre está comprometida en el cumplimiento de la voluntad de Di-s. Toda la persona entra en la sucá, y vive en ella. "La sucá es la única mitzvá a la que la persona entra con sus botas fangosas", dice el adagio jasídico. Durante los siete días de Sucot, la sucá es nuestro hogar, el entorno para cada uno de nuestros empeños y actividades.

Hombre

La especialidad de la sucá como un medio todo-abarcante de conexión con Di-s es mejor entendida a la luz del significado de "hogar" para el ser humano. Nuestros Sabios señalan cuán hondamente arraigado está el deseo de un hogar en el hombre. El deseo de un hogar es mucho mayor que la necesidad de refugio y seguridad; la satisfacción de estas necesidades por sí solas, sin un lote de tierra que uno pueda llamar propio, no satisface la ansiedad de un hogar. El Talmud va tan lejos como para decir que "Quien no posee una casa no es persona"[4]. La necesidad de un hogar es intrínseca al alma del hombre y un aspecto definitorio del estado humano. Así, la identificación de la persona con su hogar no se ve restringida a las horas que pasa entre sus paredes. También cuando está en el trabajo, visitando amigos o dando un paseo por el parque, lo hace como el propietario de una casa determinada, que trabaja, visita o pasea. Dado que su humanidad misma es incompleta sin ella, es parte integral de todo lo que él hace.

Durante los siete días en que hacemos de la sucá nuestro hogar, ésta pasa a formar parte integral de nuestra identidad. Todo lo que hacemos, incluyendo lo que hacemos fuera de la sucá, está incluido en la "conexión" con Di-s lograda por esta mitzvá.

Fácil Como la Vida

Ahora podríamos comprender por qué la mitzvá de sucá es la mitzvá "fácil" de Di-s. La persona puede encarar el cumplimiento de los mandamientos de Di-s en una de dos maneras: como un deber, o como el propósito de su existencia.

El observante "obediente" de las mitzvot ve el propósito de su vida en la concreción de sus propias ambiciones personales. Al mismo tiempo, reconoce que Di-s es el amo del universo y Aquel que lo creó a él, le otorgó la vida, y continúa manteniéndolo en cada momento de su existencia. Por lo que se siente ante el deber de obedecer los mandamientos de Di-s.

Pero luego está la persona que comprende que "Yo no fui creado sino para servir a mi Creador"[5]. El reconoce esto como su genuino "Yo" y como la concreción y realización máxima de quién y qué es.

Si uno asume el primer enfoque, considerando la observancia de una mitzvá como un deber, habrá tanto mitzvot "difíciles" como "fáciles". Uno podría cumplirlas todas, quizás incluso de buena gana y alegremente, pero algunas serán más placenteras e inspiradoras, y otras más tediosas y laboriosas. El gasto de tiempo, esfuerzo o dinero que requiere una mitzvá afectará también el grado de dificultad que uno experimenta en su cumplimiento.


Pero cuando vemos el cumplimiento de la voluntad Divina como la fibra misma de nuestra vida, el concepto de una mitzvá difícil es inexistente. Todas las mitzvot son "fáciles", pues no constituyen una imposición sobre nuestra vida; son nuestra vida. De hecho, no habrá división entre las áreas de mitzvá y "no-mitzvá" de nuestra vida. Cuando vivimos para implementar el propósito de Di-s en la creación, toda nuestra vida, incluyendo aquellas actividades que no son actos explícitos de mitzvá, se convierten en una única y natural búsqueda de conectarnos con nuestro Creador y servir Su voluntad.

Todas las mitzvot pueden observarse en una de las dos maneras mencionadas; pero hay una mitzvá cuyos términos de observancia requieren nada menos que el segundo enfoque. La mitzvá de sucá no nos dice que hagamos algo; nos dice que seamos algo: un residente de sucá. La manera de observar esta mitzvá es hacer de la sucá nuestro hogar, nuestro ambiente, nuestras raíces, nuestra identidad misma durante siete días de cada año de nuestra vida[6].

Y cuando aplicamos el modelo de la mitzvá de sucá a nuestra observancia de todos los mandamientos de Di-s, ellos, del mismo modo, asumen la cualidad todo-abarcante de la sucá. Ellos, también, se vuelven tan "fáciles" como la vida.


- Basado en Likutéi Sijot, Vol. II, págs. 417-418

Notas:
1. Levítico 23:42-43.
2. Talmud, Sucá 28b; Mishné Torá, Leyes de la Sucá 6:5; Shulján Aruj, Oraj Jaím 639:1. Esto también define cuándo la persona no está obligada a hacer algo en la sucá: uno no está obligado a comer o dormir en la sucá cuando, bajo condiciones similares, no lo haría en su propio hogar (Talmud, ibíd.; Shulján Aruj, ibíd., subsecciones 2 y 5).
3. Jeremías 2:2.
4. Talmud, Ievamot 63a, según Tosafot, ibíd., sobre "sheéin lejá".
5. Talmud, Kidushín 82b.
6. También a esto se debe que la festividad de Sucot derive su nombre de la mitzvá de sucá, y no de sus otras mitzvot (por ejemplo, tomar las "Cuatro Especies Vegetales").

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