"Diez medidas de belleza descendieron sobre el mundo, nueve cayeron sobre Jerusalem, una sobre todo el mundo". (Tratado Kidushín 49)
Quienes hayan tenido el placer de caminar por las calles de la Jerusalem reconstruida y preservada – especialmente desde la liberación de la Guerra de los 6 Días (1967) recordando el 28 de Yar del 5727 -, saben de la gran belleza de sus calles y edificios, y de la magnífica presencia de sus incontables sitios históricos – cargados de un significado fundamental y en ciertos casos último para el pueblo judío y para las religiones monoteístas del mundo -. Aún cuando muchos de quienes transitan hoy por la Jerusalem moderna y antigua podrían acusar a los Sabios talmúdicos de excederse en su apreciación de Jerusalem, la mayoría coincidirá en que la Ciudad de David goza de una profunda belleza, una conmovedora presencia, y una luz que le es propia. Jerusalem, con sus problemas, contradicciones, angustias y desafíos, ha recobrado mucha de la gloria de su pasado potenciándose en las instituciones que coronan su presente: la Knesset, la Sede del Gobierno y sus Ministerios, la Universidad Hebrea, el Museo de Israel… la lista es interminable, y maravillosamente rica.
¿Cómo era la Jerusalem que tanto alabaron nuestros Sabios? ¿Qué era lo que realmente existía frente a los ojos de esos hombres que nos legaron el Talmud y que con tanto amor describían a la Capital del pueblo judío?
Lo que los Sabios veían cuando escribían sus palabras de alabanza y de gozo, era, de hecho, razón para el desconsuelo y el desasosiego: frente a sus ojos aparecían las ruinas del Beit-Hamikdash –– el Gran Templo – y de las sedes de las Instituciones Nacionales judías. Laasí descripta Jerusalem de las nueve medidas de belleza era una suma de montículos de ruinas, viviendas judías tomadas por los invasores romanos, y desolación por doquier. ¿Por qué, entonces, describirla con superlativos tan enormes, con tanto ímpetu y pasión?
En tiempos de los Sabios talmúdicos, el pueblo de Israel estaba atravesando por uno de sus períodos más traumáticos, terribles y angustiantes - producto de la destrucción de su vida nacional -.
La conmoción era radical, así como también el sufrimiento y el sentimiento de abandono. La pérdida de Jerusalem, la ciudad concebida y diseñada por el Rey David como el marco de unión y reunión de todo el pueblo judío, traía una congoja asfixiante, cercana a la desesperación. En ese marco, y con la responsabilidad de la continuidad espiritual y física de los Benei Israel, nuestros Sabios apostaron por la esperanza, por la alabanza, por un futuro mejor. En los mismos días en los que Jerusalem era poco más que ruinas y opresión, expulsión y exilio, los Jajamim del Talmud reafirmaban la belleza que caracterizó a la ciudad dorada y amada por el pueblo de Israel, y la resuelta esperanza en que ese esplendor, esa gloria y esa magnificencia retornarían a la Ciudad de David.
Nuestros maestros rabínicos, sabiamente, promovieron la alegría en la desesperación; la esperanza en la angustia; la belleza en la desgarradoras imágenes de una Jerusalem arrasada. Hoy, cuando Jerusalem recobra su esplendor día a día, sabemos que su elección fue correcta, y que somos nosotros los privilegiados de vivir en esta era de redención, de reparación, de bendición, de reconstrucción. Kidushim 49b. Sabios.
IERUSHALAIM SHEL ZAHAV (JERUSALEM DE ORO) ESTA HERMOSA CANCION, TODO UN HIMNO DE LA GUERRA DE LOS 6 DIAS, EN LA CUAL EL MUNDO JUDIO EN LA DIASPORA SE SUMIA EN UNA ANGUSTIA MUY GRANDE, YA QUE ISRAEL TUVO QUE ENFRENTAR UNA COALICION ARABE FORMADA POR EGIPTO, JORDANIA, IRAQ Y SIRIA. DE ESOS TERRIBLES Y DECISIVOS DIAS EN LOS CUALES POR SOBRE TODO SE RECUPERA JERUSALEM, SURGE UN FERVIENTE ANHELO DE VOLVER A LA GLORIA DE JERUSALEM, ALGO QUE HOY EN DIA -Gracias a Dios- CADA VEZ VEMOS MAS...
AQUI UN VIDEO MUY LINDO CON LA MUSICA ORIGINAL DE NAOMI SHEMER. LETRA EN HEBREO E INGLES.